En aquella esquina
donde estaba siempre
en la obscura noche
con la pena ardiente
Los hombres cruzaban
todos en escala
y hasta presumían
que verán buenos clientes
Ella sonreía
con triste mirada
y se retiraba en
las madrugadas
Cuando ya tenía
con qué alimentarme
al amanecer
Y los vecinos
reían a carcajadas
al ver su piel pintada
un poco demacrada
Pero enclavada y
aunque a capa y espada
haciendo a lado todo
me daba mucho amor
Pasaban los días
pasaban los años
y yo ya sabia que
era un pecado
Y yo usaba fino
calzado y camisa
y mis pantalones
bien arrejuntados
Pero no podía seguir
por más tiempo
porque aquellas noches
me daban tormento
Y me daba pena
que yo la encontrara
vendiendo su amor
Y era mi madre
por eso fui y soy medico
pero grande es mi pena
estaba muy enferma
Y en el quirófano
donde siempre opero
se me quedó dormida
pidiéndome un beso.