Vinieron de Culiacán
los cuatro hermanos Quintero
armados de metralleta
traían el diablo en el cuero
buscaban a los autores
del gane que les hicieron
El pueblo estaba tranquilo
soplaba el viento de invierno
temprano se habían ido
los saques del gobierno
se convirtió San Isidro
en sucursal del infierno
Se hicieron partes iguales
de aquel motín fabuloso
eran buitres y chacales
que andaban en el negocio
la banda de Luis Perales
y de Mendoza su socio
Al patio de su guarida
los metieron penetrados
y miraron al vigía
a cuchillo lo pasaron
iba amaneciendo el día
cuando las armas ladraron
A ráfaga de metralla
con una rabia suicida
con sus chalecos de rayas
sin importarle su vida
era desfurio en la raya
por toda su comitiva
Que toquen la despedida
los Quintero ya se van
le arrebataron la vida
a perales y a su clan
con la conciencia tranquila
regresan a Culiacán.